El briefing inicial consistía en crear una imagen corporativa sólida y genuina de una bodega de vinos de altura y de gran calidad de Andorra.
Además, la imagen debía convivir con los distintos nombres de los vinos como paraguas de la completa gama de productos.
El desarrollo de la imagen implicaba también a los diferentes packagings de productos.
La construcción de marca se situó en su origen. Vinos de cepas cultivadas en altura, en zonas de una vegetación muy característica en que encontramos un árbol icónico que sobresalía en los campos: la encina.
Tomando este elemento natural como símbolo y con sus connotaciones de naturalidad, altura y señal, se buscó una tipografía elegante y fina, como el sabor de los vinos.
Además, se utilizó una paleta de colores tinto, tierra y verdes, muy afín a los diferentes ámbitos y procesos de la creación del vino y la calidad.
En cuanto al packaging, la idea fue construir los envases con materiales naturales como son la madera y el cartón reciclado. Dándole así la notoriedad y autenticidad propias de unos vinos de calidad de la tierra y siendo fieles a los valores de marca y siendo también respetuosos con el medio ambiente.